Columna Semanal
06 de enero del 2016

"Crees que un hombre que sea de algún provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o de morir, sino el examinar solamente, al obrar, si hace cosas justas o injustas y actos propios de un hombre bueno o de un hombre malo”: Sócrates

Es una idea muy difundida en el aparato de poder que hay que vender para poder tener éxito en la vida, que es pérdida de tiempo si no haces algo que se pueda vender. El querer a como dé lugar convertir todo en mercancía es lo que nos tiene hundidos en el más abyecto mercantilismo y utilitarismo que los “libres mercados” y la especulación financiera fomentan en detrimento de la creación de una mejor sociedad.

Muchos preguntan, nos preguntamos, para qué sirven las ideas, para qué sirven los ideales altruistas, el arte, el vivir con normas éticas, el no hacerle al otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti, si no da dinero, poder, prestigio, la aclamación de la multitud, del pueblo. ¿Para qué sirve un proyecto sociocultural como Colectivo Avispero, que publica una revista, imparte talleres y que trata de apoyar a jóvenes talentos yendo a comunidades rurales a dar pláticas en las Jornadas Vasconcelianas a contracorriente, sin contar con incentivos?

Ahora que todo se compra y todo se vende, no hay valores, sólo precios. Nada que no pueda ser medido, pesado y, sobre todo “vendido”, tiene valor hoy en día. En las escuelas los jóvenes y niños saben quiénes son los futbolistas, las actrices de televisión, pero desconocen sus raíces; los rostros y corazones de esos hombres y mujeres ilustres que les han dado identidad y sentido de pertenencia.

¿Quién puede presumir de tener un amigo o amiga que esté dispuesto a dar la vida por él? ¿Quién pone los intereses de la sociedad por encima de sus propios intereses? ¿Quién se sacrifica o es leal a una causa altruista y es capaz de inmolarse por defender esos ideales?

Pues bien, para eso sirven el arte, las ideas y la cultura. Con la revista Avispero y con las Jornadas Vasconcelianas de fomento a la lectura pretendemos llevar la filosofía y el arte a las calles y a las comunidades rurales, reavivar los valores éticos y la sana convivencia social e intentar hacer mejores ciudadanos. Pues si nos regodeamos en la barbarie que hoy vivimos y padecemos, en el “ojo por ojo y diente por diente”, en la desmedida búsqueda del placer, en el querer ser ricos empobreciendo a los demás, en la carencia de modelos de hombres y mujeres sabios y buenos, no nos asustemos de que imperen los corruptos, los tiranos, los fanáticos; de que nuestros jóvenes deseen ser sicarios, que no tengan dirección ni metas valiosas en su vida, que el pueblo vaya a la deriva, sin rumbo.

Si el dinero que debía ser para la educación se gasta en el ejército, en la represión, no va a haber suficientes cárceles para encerrar a todos los delincuentes. Es en educar, en formar, donde debemos enfocarnos como sociedad; en preparar a nuestra juventud para afrontar los retos que vienen como el cambio climático, la sobrepoblación, las enfermedades, las catástrofes, las hambrunas, pero sobre todo: el desencanto. La civilización corre peligro si su juventud deja de interesarse en la filosofía, en el arte, la ética, la ciencia y la religión. Aún es tiempo, otros lo han hecho y nos han precedido en el camino y aún creemos en sus sueños.

Raga de San Gabriel

Ciudad de México, 1955. Estudió Diseño en la UAM y cursó la Licenciatura en Bellas Artes en el Instituto Allende de Guanajuato. Es pintora, ambientalista y promotora de la lectura.

Fotografía de Raga de San Gabriel

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