En Oaxaca la miseria y la opulencia van de la mano; así pues, aquí, donde más hace falta educación, se gastan millones en sindicatos y sueldos y se deja al olvido la conciencia del pueblo. Quisimos, por una vez, pasar revista a la afirmación de que en Oaxaca el arte tiene un lugar preponderante para su cultura. ¿Son suficientes los creadores y espectadores, la oferta como para volver a afirmar esta cuestión que últimamente se ve sin fundamento?
El arte se destaca por su valor simbólico, al igual que el pensamiento, y esta también es la condena de todo actor espiritual -que es como llamamos a aquellos quienes piensan el mundo a través de sus obras-: se olvida que por su trabajo simbólico también debería haber una ganancia material... Pero ello no existe por eso tiene que perseverarse el doble. Si no se reflexiona sobre el tiempo que vivimos quizá perdamos más tiempo en consolidar un proyecto mucho más complejo y profesional, que en el que ahora nos encontramos.
Hay, sin embargo, en los textos que se reúnen en este número de Avispero una crítica a los fenómenos que suscita el arte; literatura, pintura, música, teatro, cine, danza, fotografía, arquitectura e incluso recintos como las bibliotecas. Hoy por hoy, la vanidad y el elogio son parte fundamental de lo que llamamos conciencia crítica. Se destila un dulce veneno en estas páginas que suenan a panfletario y a perorata. ¿Acaso es faltar el respeto opinando inmerecidamente sobre el arte y los artistas?, ¿se les hace justicia? Tener la fuerza de hablar implica tener algo que decir. Veamos pues, a nuestros artistas, con ojos de demiurgo.