En ocasiones Freud usaba el dolor del paciente como brújula para saber hacia dónde indagar. No sé cuántos escritores hagan eso a la hora de buscar un tema para escribir. Pero cuando alguno lo hace, consciente o inconscientemente, se logra entrever más al autor y por lo general gana la literatura. Como uno de esos casos bien podemos mencionar el de Ishiguro.
Kazuo Ishiguro nació en Nagasaki en 1954, pero emigró a Inglaterra a los seis años. Su educación es completamente inglesa y tiene varios premios. Sin embargo, a la hora de escribir puede ser japonés, como en Pálida luz en las colinas y Un artista del mundo flotante; o puede ser inglés, como en Los restos del día. Hasta ahora no ha hecho ningún libro híbrido. Digamos que es un escritor sin nacionalidad, o un escritor japonés con flema inglesa, o simplemente un escritor. Pero el hecho de ser japonés era el principal atractivo para los ingleses. En cambio, en Japón no fue conocido sino hasta que publicó Los restos del día y lo vieron como una aberración por escribir sobre mayordomos ingleses.
Pero él no escogió los temas, los temas lo escogieron. “Cada vez que termino de escribirlas [sus historias] intento comprender de dónde han salido y se me hace casi imposible”. Uno de sus personajes en Nunca me abandones declara: “Entrecerré los ojos e imaginé que era el punto donde todas las cosas que había ido perdiendo desde la infancia habían arribado con el viento”. Quizás arrastrado por los recuerdos de la niñez, el tema de Japón es recurrente en sus libros: es el país nipón de la Segunda Guerra Mundial y su impresionante convalecencia. Generalmente usa la primera persona en sus personajes y la mayoría de ellos son artistas. Todos contándose a sí mismos, intentando salvarse, como si quisieran reconciliarse con su pasado.
Por ejemplo, en Un artista del mundo flotante, novela de singular belleza, muestra a Japón tras la Segunda Guerra Mundial como una nación que se levanta entre las ruinas. Escrita de una forma sutil y elegante, al principio aparece dibujada una casa, un puente, un parque… El personaje principal, Masuji Ono, es un viejo pintor que se cuestiona por haber renunciado a la enseñanza de su maestro, por alejarse del “mundo flotante”. Sin embargo, la ciudad que él pintó está destruida, el imperio que dibujó ahora es otro “mundo flotante”, desvanecido por la historia.
Masuji Ono intenta ajustarse a una nueva vida, a una nación que busca renacer; tiene que modificar viejas ideas y valores, construirse desde la derrota, resurgir. Por eso la confesión franca de los errores, de las traiciones, de los actos cometidos. Por eso las contradicciones por seguir con viejos valores o modificarlos. En la historia, la claridad en los diálogos revela las relaciones en Oriente entre discípulos, entre las familias: siempre con un incuestionable respeto. Nunca me abandones es una novela de ciencia ficción que, afortunadamente, no habla de tecnología. La historia ocurre en un internado donde los niños son clones y su única finalidad es donar sus órganos. Sin embargo, el determinismo de los personajes por momentos los vuelve anodinos, “es como si todos aceptaran la realidad que les ha tocado vivir sin rechistar, como si fuera algo inevitable”. Y aunque los clones viven en un cuestionarse permanente, la novela ocurre de forma lenta; el lector espera información pero ésta se revela gota a gota. Lector y personajes descubrirán que al final de la historia los detalles cobran sentido. Como la búsqueda de aptitudes artísticas en los niños, que se realiza para ver el alma de los clones o para saber si poseen alguna. Si tal cosa es posible. Lo que les da vida es el conocimiento de su corto ciclo de vida. Cuando saben eso, qué cosas toman importancia, ¿la amistad, el amor?, ¿en medio de la desesperación se debe luchar contra el destino o aceptarlo? La historia está escrita en una hoja que va desdoblándose y mostrando lo mejor en la última parte.
Nocturnos: cinco historias de música y anochecer es el primer y único libro de relatos hasta ahora. La mayoría están situados en Europa y están ligados al autor por la música. Se dice que Ishiguro tiene decenas de canciones escritas sin mostrar. En el libro los personajes son músicos y están destinados a malograrse, pero sus melodías les ayudan a aceptar la derrota. De todos, es el libro más pesimista y, sin embargo, también es el más divertido.
Cuando fuimos huérfanos podría clasificarse como género policiaco. Ocurre en Shanghái, en medio de la guerra, en la invasión de Japón a la China comunista. El personaje es un detective de Londres, Christopher Banks (el nombre se lo robó Ishiguro al escritor Russell Banks. Al parecer, el autor tenía un libro suyo sobre su escritorio y le pareció un buen apellido para el detective), este personaje, siguiendo el hilo de la nostalgia, regresa a casa a investigar la desaparición de sus padres.
Por lo general, en la novela policiaca una persona, el héroe, intenta solucionar un enigma. Y el personaje casi siempre ya está construido, por lo que sólo se mueve de un lugar a otro para resolver el misterio. En este libro, sin embargo, el enigma no es la desaparición de sus padres, el enigma es él mismo. Con su memoria trata de evitar que se destruyan o se caigan sus recuerdos. Y las memorias de su infancia lo colocan en Shanghái, en medio del tráfico de opio, recordando el día en que sus padres desaparecieron y él tuvo que marcharse a Inglaterra.
En Los inconsolables, quizá la más difícil de sus novelas, un pianista famoso llamado Ryder llega a una ciudad para dar un concierto. Pero pronto la voz del narrador desaparece entre la de los pobladores, lo que nos lleva a una desorientación en la historia.
A esto debemos agregar que el autor suele dejar trampas para desconcertar al lector. La introspección de los personajes expande la novela, pero no la historia. La ciudad se construye por sus movimientos y las narraciones están superpuestas. Las diferentes voces hacen que por momentos se pierda el estilo. Por supuesto, tales distorsiones en la narrativa son a propósito. La digresión a algunos podría molestarles y podría parecerles superflua. A otros, por el contrario, podrá atraparlos y les parecerá una lucha de las personas contra el olvido. Ya que en la desesperación de los diálogos, siempre aparece la nostalgia.
En todas las novelas las personas descubren su personalidad al mismo tiempo que el lector, esto porque Ishiguro busca definirlos a través de su pasado. Así, en el momento en que perdamos la brújula de la historia sólo debemos seguir leyendo y se nos revelarán los porqués. No es de extrañarse entonces que Ishiguro mencione que le gustan los escritores aluvionales y caóticos, como Dostoievsky. También ha dicho que su segunda opción para vivir era la literatura; la primera fue la música. Entonces, en sus libros ¿se está confesando?, ¿nos está mostrando sus cicatrices? ¿Por qué llamar huérfano a un personaje de treinta años?
Todo lo que sé es que he perdido todos estos años buscando algo, una especie de trofeo que sólo conseguiría si en serio, en serio hacía lo suficiente para merecerlo. Pero ya no lo quiero. Quiero algo más ahora, algo cálido y protector, algo en lo que pueda escapar, sin importar en quién me convierta. Algo que sólo esté ahí, siempre, como el cielo de mañana.
Quizás un hombre sin padres a tal edad no puede llamarse huérfano, pero un hombre sin patria sí.