México
11 de noviembre del 2016

…como si de repente hubiera cobrado vida propia,
mi cuerpo empezó a sabotearme.
Lo primero que noté fue una hipersensibilidad
en el área de los pezones que aumentaba
con el roce de la camiseta y me impedía
bajar el balón con el pecho.
Guadalupe Nettel

Uno de los temas recurrentes en los libros de Guadalupe Nettel es el cuerpo. La autora no tiene reservas para sacar a la luz la relación de sus protagonistas con alguna parte del cuerpo, ya sea del mismo o del otro; se puede ver en su volumen de cuentos Pétalos y otras historias (Anagrama, 2008), se puede notar en la historia “Ptosis” que habla de los párpados, su aceptación o rechazo; otra protagonista en “El otro lado del muelle” describe la percepción de sus senos. En la literatura como en el dispositivo clínico se habla de aquello que da vergüenza reconocer públicamente o de las manías más íntimas. En esas confesiones se halla una creencia de lo que somos, esa frase que determina, esa idea que constituye. Se habla también de aquello que marca: un defecto señalado por los otros, una tara, una parte no funcional y se establece un vínculo, como si eso definiera la personalidad o la concepción que se tiene de uno mismo; puede ser la característica heredada de un familiar y se lleva como una carga o una identificación de la cual es difícil desprenderse.

En el libro El cuerpo en que nací (Anagrama, 2011), Nettel recrea su historia personal de infancia y juventud. El hilo conductor de la obra es su ojo derecho, en donde una mácula blanca cubre su iris y eventualmente le otorga la condición de estrábica. Ese ojo dispondría a la protagonista a la marginalidad, a percibirse de otra manera; ella se refugiará en la lectura y la escritura, que se volverá su anclaje para posicionarse en otro punto ante sus compañeros, que la relegan a escribir historias utilizándolos como personajes.

Cada uno de los lectores se identificará con la protagonista al reflexionar sobre la relación que tienen con una parte de su cuerpo. Se enuncian aquellas inseguridades que producen ciertos aspectos físicos o la transformación que se vive de la infancia a la adolescencia; el primer beso, las primeras amistades, el desencanto, las traiciones, las imágenes inolvidables, las experiencias significativas del amor y de las pérdidas.

Este libro sería un buen refugio para los lectores jóvenes, aunque para los mayores es una lectura que hace mirar hacia atrás y evocar la juventud y sus incertidumbres; recrear el desarrollo del cuerpo, los guiños de una nueva sexualidad, la mirada del otro, no sólo ante el cuerpo sino ante lo que se desea. En este volumen se detallan ciertas diferencias culturales entre México y Francia —sobre todo de las percepciones de las clases sociales, tan marcadas en nuestro país— así como las disparidades entre las concepciones de belleza y cómo afectan a la joven protagonista. Se tocan las relaciones intrafamiliares: la mirada de la madre, sus expectativas sobre la hija en crecimiento.

No creo que sea el mejor libro de Guadalupe Nettel en cuanto a la forma en la que está escrito, algunas frases se pudieron haber pulido más. Me hubiera gustado un cuidado más minucioso del lenguaje y de ser posible un toque poético, pues la anécdota es valiosa; pero en la forma también se puede apostar, o quizá la intención literaria de Nettel sea la crudeza tanto en el contenido y la forma. Aquí un fragmento de una desilusión solitaria:

Entonces los vi bailando juntos a Sophie y a él, una de esas canciones románticas que ponían los adolescentes en las fiestas para empezar a abrazarse. No recuerdo cuál fue el tema exactamente. Sólo sé que ya no pude entrar al baño, ni moverme hacia ningún otro lugar. Me quedé ahí, pegada a la pared como quien anticipa sobre su cuerpo la caída de una inmensa bota. Después ambos desaparecieron. Blaise, que seguía sin saber nada de mi historia con ese chico, se me acercó con un vaso en la mano y colocó la última estocada: “Sophie se fue de la casa con alguien. Yo creo que ya la perdimos”.

El cuerpo en que nací es un testimonio de vida de una joven que me recuerda al libro de Simone de Beauvoir, Memorias de una joven formal, publicado en 1958, donde describe sus primeros veinte años de vida. Recuerdo que dejé de ser creyente al leer un pasaje detallado de Beauvoir sobre esa decisión. El cuerpo en que nací es una versión mexicana, una historia de vida contada a la doctora Sazlavski y al público lector por una chica de la Ciudad de México de clase media que narra su recorrido por los libros, por las amistades, por los amores y por los desengaños. Es la voz de una mujer que cuenta su intimidad con valentía. Guadalupe Nettel nació en la Ciudad de México en 1973, es autora de libros de cuentos como Juegos de artificio, Pétalos y otras historias incómodas y El matrimonio de los peces rojos, y de dos novelas: El huésped y El cuerpo en que nací. Obtuvo galardones como el Premio Nacional de Narrativa Gilberto Owen, el Antonin Artaud y el Ana Seghers. El tres de noviembre de este año ganó el xxxii Premio Herralde de novela con la obra Después del invierno.

Nettel pertenece a la generación nacida en los 70, es de las pocas voces de mujeres escritoras entre muchos autores varones que se distingue por contar historias que son con-sideradas tabúes, cuenta lo más íntimo de sus protagonistas, gestos raros, manías secretas que revelan la condición humana.

Frases
Guadalupe Ángela
  • Escritores invitados

Oaxaca, 1969. Estudió la Licenciatura en la Enseñanza de Idiomas en la buap y la Maestría en Literatura Mexicana en la uabjo. Es poeta. Sus libros son: ¡Cuidado! ¡Te cae la nube!, Editoriales Pharus y A mano; y en el 2013 publicó A lápiz, haikús, Seculta.

Fotografía de Guadalupe Ángela

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