Después de las primeras publicaciones de Freud, los surrealistas emplearon los descubrimientos del padre del psicoanálisis para justificar sus métodos y utilizar un impulso psíquico, alejado de la razón, para crear arte.
Desde entonces no son pocos los artistas que se han dedicado a trabajar con o desde el inconsciente. Y como dice Lacan, el inconsciente no se entiende, se interpreta. Siegrid Wiese es una artista que sin duda maneja un método surrealista para llevar a cabo su obra y la intensidad de emociones que eso le provoca se refleja en su producción.
Inicia con la mente en blanco, trabaja sin boceto previo, desarrolla una emoción: aplica manchas aleatorias y las deja crecer, pero no va tras ellas. Después, quizá, aparece algo y Siegrid lo vuelve figuración: personas, animales o plantas. Hay cierta fijación para cubrir la cabeza de sus personajes o de ella misma; es difícil saber dónde empieza uno y termina otro; como ella misma menciona: “casi todos mis cuadros son autorretratos”.
Siegrid Wiese (Ciudad de México, 1980) radica en Oaxaca desde su primer año y, según ha dicho, siempre tuvo claro que quería dedicarse a la pintura. Intentó estudiar la Licenciatura en Artes Plásticas de la UABJO, pero pronto se decepcionó. Decidió ser autodidacta y frecuentaba el IAGO (Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca), enfocándose en lo que más le gustaba e interesaba. Acudió también al Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, ahí tomó clases con Nicias Aridjis. Entonces empezó con el abstracto y lo asimiló tan bien que incluso llegó a ser difícil distinguir los cuadros entre maestro y alumna.
Pero continuó su búsqueda y formó parte del Colectivo 910 (actualmente es una galería en Oaxaca donde los pintores también son abstractos). Acostumbrada a trabajar constantemente, ha seguido con estudios de dibujo, grabado, cerámica y pintura. Y desde 1999 ha realizado múltiples exposiciones individuales y colectivas.
Además, desde hace más de diez años realiza cada miércoles en el Museo Belber Jiménez el proyecto Sesiones de dibujo con modelo desnudo, así desarrolla su obra y contribuye a la de los demás. También organiza el evento Erótica, una expo en Oaxaca que mezcla pintura, gráfica, fotografía, performance, letras y música.
Sería un error seguir considerando a Siegrid únicamente artista abstracta, aunque fueron sus inicios; debido a su constante evolución cumple con las características del expresionismo abstracto y con lo figurativo. Agregado a eso, su serie de estudios del cuerpo humano al natural ha aportado a su producción una sensualidad nueva y un claro erotismo. Así, Siegrid fusiona a Eros y Tánatos en una misma pintura.
El abstracto se anticipa a la figura, la evolución del cuadro termina en personajes creados y no en arquetipos; predominan los cuerpos femeninos, seres con distorsiones o descomposición de las formas. En ocasiones el espacio o la atmósfera les impiden representarse del todo. Hay un Otro oculto en el color.
Siegrid evita razonar para que no aparezcan los mecanismos de defensa del yo y termina sublimando; en sus palabras, su “trabajo suele ser muy visceral”. Y sí, no cabe duda que al pintar se desgarra. Decorar el lienzo sería borrar cicatrices. No hay ornamentos, sí órganos internos; a cada ser le construye su propia anatomía.
Manipula la pintura con zonas densas y planas, con los contrastes obtiene luminiscencia e intensidad: una luz brillante que no arroja sombras. Divide planos con grandes manchas de color y les da profundidad. Hay relaciones espaciales entre los personajes, pero no connotaciones narrativas. Aunque estén juntos, parecen seres solitarios en una atmósfera de angustia. Y de su soledad interior, sobresale la expresividad en las posturas, pero principalmente la de los ojos; hay tanta tensión psicológica como emocional: son seres en silencio buscando abstraerse de un mundo que los tortura.
Maneja una mezcla variada de recursos que combina según lo exija la obra; a veces amplias zonas planas de colores, lugares serenos para descansar la vista; a veces puntos espontáneos o impulsivos y pinceladas rectangulares; si es preciso colores vaporosos o en torbellinos. El resultado es un cuadro con perfecta unificación.
Aunque no es colorista, Siegrid es una teórica del color. Los escoge para bloquear zonas del dibujo y crea un impacto emocional distinto en cada persona, así se generan múltiples interpretaciones. Y uno no puede evitar dejar de sentirse identificado.
Al parecer la intuición la llevó a la figuración, a personajes que con frecuencia intenta soltar, pero no siempre puede. Y ser una pintora autodidacta la formó para seguir experimentando, para mantener una mirada de artista. Al final el resultado de su obra es tan enigmático como atractivo. Y ese Otro que se oculta, también es ella.