Primer móvil: cada gesto, cada trazo
de la danza debe presentarse, no como
una consecuencia sino como aquello
que es la fuente misma de la movilidad.ALAIN BADIOU1
I
Cómo cuestionarnos acerca del estado de cosas de algo que es, de entrada, efímero y creado para su momento de ejecución? ¿De qué manera hablar de la danza, aún más, de la danza contemporánea realizada en un lugar específico: Oaxaca? ¿Cómo describir su situación, sus aciertos y necesidades, hablar de aquello que “hace falta” como si pudiese diagnosticarse algo sobre eso que está en constante construcción?
La danza es, ante todo, tiempo; ella es una actividad que no hace obra, o mejor dicho, su obra es siempre una operación destinada a desaparecer, un arte que no produce objeto. En este sentido, escribir sobre danza va a hacer siempre complicado, no hay el “objeto” de la danza sino un tiempo, una serie de gestos y trazos que están hechos para atravesar, desaparecer y que habría que seguir para poder decir algo sobre ella.
¿Qué se puede decir sobre la danza contemporánea en Oaxaca? ¿Dé que se trata esta pregunta? Podríamos escribir aquí sobre cuestiones ya sabidas en el panorama de la danza contemporánea actual en el Estado de Oaxaca, hablar sobre su historia, su paso en el tiempo, los inicios y su desarrollo a partir de la formación de la Compañía Estatal de Danza Contemporánea de Oaxaca en 1982 y cómo desde los ochentas hasta la actualidad, el panorama de la danza contemporánea se ha expandido a partir de la constancia y el surgimiento de nuevas compañías, grupos independientes (algunos más visibles que otros) y, a su vez, de cómo este crecimiento de la propia creación dancística ha propiciado nuevas necesidades para continuar este quehacer. O como bien diría Paul Valéry, la creación artística no se trata de la creación de obras sino de la creación de la necesidad de las obras; pues las obras son productos, ofertas que suponen demandas y necesidades2.
Pero lo que nos interesa aquí no es llanamente el desarrollo de la danza contemporánea en Oaxaca, no consiste sólo de mirar en una línea temporal lo que ha emergido a partir de la aparición de nuevos actores de la escena artística, donde dicha emergencia, como ya se ha mencionado, implica siempre nuevas necesidades y condiciones políticas, económicas, sociales, artísticas y culturales para que puedan seguir movilizándose. Es decir, el tiempo de la danza no es simplemente el de su historia (aunque, de alguna manera, siempre remita a ella), pensar la danza contemporánea en Oaxaca conlleva darle su lugar como una serie de acciones que han sido capaces de abrir nuevos tiempos y espacios, reflexiones sobre el cuerpo que responden a una heterogeneidad de personas con intereses diversos; escribir sobre el panorama de la danza contemporánea en Oaxaca, no desde el horizonte de un cálculo que obedezca a una economía de logros y fallos de nuevas compañías surgidas o de la cantidad de presentaciones al año que puedan producirse, sino decir aquello que quizá hace falta reconocer para volver a darle el lugar que ya tiene, señalando la gran resistencia que ha ejercido durante estos años, la forma en la que ha abierto nuevos tiempos y espacios para la experimentación del cuerpo y como su historia no puede juzgarse en tanto que actos acabados sino como una clara puesta en marcha de un devenir del quehacer dancístico en Oaxaca que cada vez intenta buscar nuevas formas de acontecer y sobrevenir.
II
Hay una singularidad de la danza que hace de ella un arte complejo y heterogéneo. La condición efímera de las obras dancísticas abre a la danza a una singularidad infinita, cada coreografía y espectáculo hacen venir un gesto específico e irrepetible, cada paso que se teje y construye con los gestos abre otro mundo, sólo perceptible en el momento de la acción dancística3; lo único que queda después de una función es la sensación, el sentirse, como comúnmente se dice, “tocado” por la pieza, atravesado por ella.
El espectáculo de la danza consiste en su propia ejecución que hace venir la creación en escena, pero una creación que se hace-deshace y que desaparece cuando finaliza la función. Es ahí, en ese carácter imposible de la danza, donde radica su importancia, dificultad y responsabilidad, la obra se desobra y desborda prometiendo una nueva exploración4. El creador de danza, bailarín y coreógrafo, no busca la pieza finalizada, hay un deseo de exploración, cada repetición de la misma pieza supone una diferencia, un nuevo gesto y esfuerzo que pone en marcha un deseo de los cuerpos. Precisamente este deseo, esta singularidad de la danza que hace de ella un arte complejo, ha sido el motor de algunos de los protagonistas de la danza contemporánea en Oaxaca, las compañías que se han mantenido con el paso del tiempo, aunque las condiciones de creación o la infraestructura no fuesen del todo prolífera y los nuevos proyectos, grupos independientes y compañías que en ese deseo por la danza han buscado alternativas para continuar con su quehacer artístico.
Señalamos ya, que este reconocimiento del gesto de la danza, de su carácter activo que ha permitido a la danza contemporánea tener un lugar en la escena artística oaxaqueña remite siempre a su historia pero también la sobrepasa.
Cuando a finales de los setentas y principios de los ochentas, Guillermina Bravo y Waldeen impartieron algunas clases en la Ciudad de Oaxaca podía vislumbrarse ya un impulso significativo para el surgimiento de la danza contemporánea en el Estado; esta intuición finalmente se vio concretada en 1982 con la formación de la Compañía Estatal de Danza Contemporánea de Oaxaca a partir de la llegada de Alejandra Serret invitada por Rufino Tamayo.
Desde ese momento, podemos situar un punto de partida importante para la posibilidad de la danza contemporánea en Oaxaca, mucho de los bailarines y coreógrafos que ahora tienen o participan en otras compañías, grupos o proyectos salieron precisamente de la Compañía Estatal. Ahora bien, en términos de estética la Compañía Estatal de Danza Contemporánea de Oaxaca heredó bien la línea de temas y problemas con los que se consolidó el Ballet Nacional de México en manos de Guillermina Bravo, gestos dancísticos que pasaban por las problemáticas sociales mexicanas pero, sobre todo, por una intención de releer la herencia de nuestras tradiciones y culturas prehispánicas a través de la danza contemporánea. Un cierto compromiso con el pasado que se mantiene presente como ritual en todas las generaciones, si pensamos, en la coreografía de “La Llorona” hecha por la Compañía en el 2007, por dar un ejemplo. Con el paso del tiempo, su trabajo coreográfico ha generado otras preocupaciones pero también colaboraciones. La llegada de Rolando Beattie a la escena dancística oaxaqueña ha sido sumamente importante para el panorama actual de la danza contemporánea en el Estado. Con su compañía Rolando Beattie Ensamble, el creador originario de Tamaulipas, ha buscado establecer redes de colaboración entre los diferentes grupos de danza en Oaxaca, no sólo contemporánea sino folklórica, africana, break dance, etcétera, así como haber apostado por una danza híbrida en donde convergen el teatro, la danza y el performance. Las colaboraciones entre Beattie y la Compañía Estatal han brindado fusiones interesantes para el trabajo coreográfico de ambas partes.
De igual manera, Rolando Beattie se ha aventurado no sólo por el terreno del compromiso de la enseñanza de la danza contemporánea en Oaxaca sino también por impulsar a los nuevos jóvenes a comprender el sentido de la danza contemporánea como una exploración de aquello que puede realizar un cuerpo, de esta manera, su proyecto del 2013, Territorio en Desequilibrio, comprende un laboratorio de exploración coreográfica e interpretativa permanente. Con Ciudad Tomada, Beattie también se arriesga a explorar los terrenos de lo cotidiano y el espacio público donde se observa aquello que dice Frangois Frimat, sobre la toma de posición y el compromiso de una danza contemporánea híbrida que se encuentra en constante apuesta por su posibilidades tanto escénicas, corporales, de infraestructura, para cuestionar la emergencia misma de la danza en un lugar específico:
Una danza hibrida compromete al coreógrafo/ bailarín a una exigencia ética particular. El espectáculo (el performance, la repetición pública) introduce al espectador y al creador en una nueva partición de tiempo y espacio, de dinámicas corporales. La dimensión política deviene común. Con sus nuevas cartografías del mundo sensible, la danza contemporánea descompone e inventa nuevas distribuciones entre bailarín y coreógrafo, artista y público, institución y práctica artística.5
Es interesante señalar a propósito de este proyecto de Beattie, como uno de los grandes problemas que apuntan varios de los involucrados en la danza contemporánea en Oaxaca, es precisamente la dificultad para la gestión de espacios en donde puedan llevarse a cabo intervenciones dancísticas, y como quizá, sin intención, el propio coreógrafo sale a la calle como una nueva forma no sólo de replantear y pensar el espacio propio de la danza sino incluso como una cierta demanda sutil frente a los problemas y trabas que pueden existir para el ejercicio de la danza en el Estado.
Evidentemente Beattie no ha sido el único en buscar nuevas formas y explorar frente a la falta de recursos o de espacios. En el caso de la enseñanza o la profesionalización de la danza, dado que en el Estado no existe un centro especializado y profesionalizante, tanto coreógrafos y bailarines se han movilizado para no sólo mostrar su propio trabajo, sino intentar traer tanto profesores como espectáculos a Oaxaca con la idea de ampliar el panorama de los propios actores jóvenes de la danza que necesitan ver y aprender lo que se hace en otras partes, así como intentar llegar a un público incipiente que todavía está por crearse.
En relación a esto último, cabe resaltar el gran trabajo y esfuerzo que ha hecho Rosario Ordoñez Fuentes con la iniciativa Invernadero Danza que se ha forjado como un microclima para la formación de bailarines de danza contemporánea en Oaxaca y que ha logrado traer a importantes figuras a dar talleres en la ciudad. Por otra parte, Gerardo Ibáñez y la Muestra Internacional de Danza de Oaxaca han intentado promover la difusión de la danza local, nacional e internacional. Ya con quince años de vida, la Muestra, que es una iniciativa de Ibáñez, en realidad fue creada también gracias a los deseos de muchos jóvenes que han pasado por su aula en la Casa de la Cultura Oaxaqueña. Proyectos como este último, que cuenta con apoyo institucional y que se ha mantenido durante largo tiempo, deberían ser también pensados y replanteados en miras a un nuevo despliegue de la danza contemporánea en Oaxaca, que busque más el diálogo no sólo con los grandes centros protagónicos de la danza contemporánea en Oaxaca sino con la gran cantidad de grupos independientes que han surgido en los últimos treinta años.
El trabajo del Ballet contemporáneo de Laura Vera también ha sido importante en lo que respecta a la enseñanza y a la exploración de la danza contemporánea en su convergencia con otras artes. Además, sus trabajos coreográficos han estado encaminados a cuestionar y repensar, a través de la danza, problemas de la sociedad mexicana como la migración campesina, la violencia de género, el autoritarismo y la frivolidad de los medios que anula cualquier posibilidad de abordarlos de otras maneras.
III
Desde hace treinta años los agentes de la danza contemporánea han crecido de manera considerable, muchos grupos independientes han emergido con la necesidad de proponer una nueva voz y gestos dancísticos. Así como Gerardo Ibáñez, Laura Vera y Rosario Ordoñez fueron parte de la Compañía Estatal y después han creado sus propias compañías o proyectos; Noel Suastegui ha emprendido, igualmente, su propio camino creativo dirigiendo la Com-pañía Universitaria de Danza Contemporánea de la UABJO, Metamorphosis, donde ha realizado una labor que mueve preocupaciones propias y de los bailarines que integran este cuerpo dancístico, su última presentación, La rebelión de las ningunas y las muertas de aquí, traza una denuncia contra la homofobia y la violencia que gesta en el Estado de Oaxaca.
Los esfuerzos dancísticos por parte de los grupos independientes ha sido también importantes para la danza contemporánea en Oaxaca, algunas compañías o proyectos están esforzándose para mantenerse a flote frente a la falta de apoyos, espacios y colaboraciones apostando incluso por formas autosustentables de hacer danza. Grupos y compañías como Letal Producciones, dirigido por Alma Quiroz que compagina su labor con la enseñanza de la danza contemporánea, el Colectivo Los de Siempre, la Compañía Fusión Danza Contemporánea de Tehuantepec, Nómada Cuerpo en Movimiento, Contragravedad danza, Kosmo Danz, entre otros; son también muestra de la gran necesidad y deseo que existe en Oaxaca por la danza contemporánea, todos ellos (como los que omitimos por desconocimiento, espacio y porque al nombrar es imposible abarcarlo todo), han sido parte de esa resistencia de la danza contemporánea oaxaqueña que produce no un resultado sino muchas responsabilidades y tareas pendientes.
Esto no radica en una simple cuestión de balance, se trata de señalar un lugar (que en realidad es un gran cruce de aperturas de nuevas temporalidades y especialidades a través de los gestos de la danza), aquel que existe desde hace un tiempo para la creación dancística en Oaxaca. Si la visibilidad de la danza contemporánea se mide bajo el público o número de espectadores que se tengan, evidentemente, la situación en Oaxaca es complicada, no obstante, la cuestión de un público para la danza va mucho más allá de ella y la problemática simplemente no puede zanjarse con una crítica a los creadores, coreógrafos o bailarines que no son capaces de atraer al público; hay un vacío general para la apreciación de la danza contemporánea en el Estado y en general, como comenta Rolando Beattie, para el acercamiento al arte. Pero la propiedad de la danza contemporánea y en donde radica su oportunidad, es que ella consiste en la puesta en marcha de la creación. Su contemporaneidad no radica en ser una actividad actual o presente sino en el valor que la cualifica como portador de un avenir, de un futuro en donde se juegan todas sus alternativas posibles, es ahí donde la danza contemporánea se constituye, a la vez, como inédita y revolucionaria6, momento en el que los juicios se deshacen y lo que operan son los deseos de un cuerpo por explorarse. Desde este deseo habrá que hacerse responsable y luchar por más oportunidades, no sólo para hacer presentaciones sino para la creación de un espacio que permita a los actores de la danza pensar su labor con sus cuerpos y ofrecer nuevas búsquedas a sus espectadores.