Columna Semanal
30 de junio del 2017

A cincuenta y siete años de la muerte del ilustre escritor oaxaqueño José Vasconcelos, la editorial Avispero acaba de editar Textos esenciales de Vasconcelos. Este libro es una recopilación de memorias, ensayos y discursos, seleccionados por Alejandro Beteta en un esfuerzo por acercar el pensamiento de este oaxaqueño universal a los maestros y a los estudiantes de nuestro estado.

José Vasconcelos (28 de febrero de 1882, Oaxaca de Juárez - 30 de junio de 1959, Ciudad de México) deseaba que la educación en México fuera prioridad, y para eso tomaba muy en cuenta al maestro y lo incentivaba a leer. Su objetivo era impulsar los valores a través de la educación pública; ansiaba un país educado. Sin embargo, no pudo lograrlo, y aunque hizo su intento, ahora, pocas personas saben de este personaje; incluso yo me encontraba entre ellos antes de leer este libro. Hace tiempo, un chico al verme leerlo me preguntó sobre qué se trataba. Terminamos platicando sobre el hecho de que él únicamente conocía el nombre “José Vasconcelos” porque la primaria a la que había asistido durante algunos años llevaba tal nombre. Creo que Vasconcelos pudo haberse retorcido en su tumba en esos momentos, no porque su nombre hubiese quedado reducido al de una escuela, sino porque ambos (mi amigo y yo) sabemos de la precariedad en la que se encuentra la educación en nuestro país y especialmente en nuestro estado, que era justo lo que Vasconcelos menos deseaba.

Este deseo de salir de la ignorancia se ve reflejado en varios de sus textos, como en su “Discurso en la universidad” o el pronunciado el “Día del maestro”, en el que se les exhorta, no sólo a leer, sino a ser una figura heroica como la de un soldado que como arma fundamental debe portar un libro.

El primer texto de este libro se titula “Libros que leo sentado y libros que leo de pie”, en el que hace una diferenciación entre aquellos libros que son únicamente para entretenimiento y no conmueven nuestras fibras más íntimas, y aquellos que cambian la vida de una persona para siempre. En su libro de ensayos La raza cósmica, Vasconcelos idealiza un arquetipo de nueva civilización en el que se juntan las razas de todo el mundo sin distinción alguna para transmitir todo su conocimiento. Esto lo veo como un cierto tipo de globalización, ya que toda la información compartida sería por un bien colectivo. Poco es lo que he leído yo en mis años de estudiante de educación media, pero en pocos libros como éste he encontrado una visión positiva sobre el futuro. Y a pesar de que Vasconcelos escribió este ensayo hace mucho tiempo, aún puedo tener la esperanza de un mejor futuro. El lema de Vasconcelos era: “Por mi raza hablará el espíritu”, que significa “la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima”.

Vasconcelos hizo de su intento una cruzada, dejó un legado de bibliotecas populares, hizo posible el muralismo mexicano, que fue el movimiento más grande de pintura en América Latina; hizo una gran campaña a favor de la difusión masiva del libro cuando estuvo al frente de la rectoría de la UNAM, y fundó el departamento de Bellas Artes entre otras muchas cosas. Su obra escrita sigue siendo una referencia insuperable en el contexto de nuestras letras. A manera de homenaje, la editorial Avispero ha retomado esta antorcha vasconceliana a favor de la difusión del libro, y esperamos que el gobierno que encabeza Alejandro Murat le rinda pronto el homenaje que este gran promotor de la cultura y escritor excepcional merece.

Anabelén Daniel Madrid

Estudiante de COBAO. Practicante de karate, cinta café.

Fotografía de Anabelén Daniel Madrid

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