Las palabras nos separan, las acciones nos definen y los ideales nos unen.
Era inevitable que el video que subió en la Red Leonardo da Jandra sobre la obra de Marx despertara controversia. Pero lo mínimo que cabía esperar eran réplicas de altura y no resentimientos. Daniel Nush, entre otras acusaciones malintencionadas, acusa a Leonardo de individualista y egocéntrico. Como asistente esporádico del taller que lleva impartiendo gratuitamente en Oaxaca Leonardo desde hace más de diez años, Nush debería conocer, y tener presente a la hora de opinar, la vida y la obra de Da Jandra. Pero Daniel fue siempre reacio a participar con el colectivo Avispero, dando muestras de un egoísmo necio y torpe.
No sé a qué tipo de comunalidad se refiere Daniel, pero ante las acusaciones que hace no podemos menos que preguntar, ¿qué ha hecho él a favor de causa alguna comunitaria y social? Leonardo, y nadie mejor que yo que soy su compañera puede afirmarlo, además de una obra creativa considerable, tiene también el honroso mérito de haber contribuido a la formación del Parque Nacional Huatulco, además de cofundar la Editorial Almadía, la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, e impartir numerosos talleres en distintas comunidades del estado de Oaxaca junto con otros creadores que forman parte de las Jornadas Vasconcelianas (www.avispero.com.mx).
Si Nush hubiera sido un buen alumno, lo mínimo que habría hecho sería leer la obra de Leonardo; por no hacerlo, incurre en el vergonzoso desliz de acusar a Leonardo desde la total ignorancia. La editorial Joaquín Mortiz publicó en 1990 un libro cuyo título es Totalidad, seudototalidad y parte. Esta obra metodológica le llevó a Leonardo más de diez años de arduas lecturas, pues además de presentar un sistema y un método propios en un país donde escasean pensadores originales, dedicó toda la segunda parte de la obra al análisis crítico de los sistemas y métodos de los principales filósofos. De todos, Marx es el que mejor parado sale, y si Nush se hubiera molestado en buscar y leer este libro, vería que en el amplio apartado que dedica a Marx, Da Jandra repasa crítica y pormenorizadamente toda la obra del gran revolucionario alemán.
Como muchos intelectuales de su generación, Leonardo da Jandra pretendía cambiar el mundo, y con tal fin había hecho propias muchas de las tesis revolucionarias de Marx, empezando por la decimoprimera tesis sobre la filosofía de Feuerbach: “Los filósofos se han preocupado hasta ahora de interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. La pregunta fue entonces, y continúa siendo hoy día: ¿cómo lograr esa transformación? Hace treinta años, Da Jandra, al igual que Marx creía en una transformación revolucionaria, violenta, que acabara para siempre con la desigualdad social y el trabajo enajenante. En la obra antes mencionada, Totalidad, seudototalidad y parte, hay referencias más que suficientes para entender sin tapujos la posición de Marx en relación con la violencia connatural a los cambios sociales. En la Ideología Alemana (E.C.P. Méx. 1974 pág. 40) dice Marx: “La fuerza propulsora de la historia, incluso de la religión, la filosofía, y toda otra teoría, no es la crítica, sino la revolución”. Y en Miseria de la filosofía (Editorial Júcar. Madrid 1974, pág. 169), hablando de la función rectora del movimiento, concluye Marx: “…Hay un continuo movimiento de crecimiento de las fuerzas productivas, de destrucción (las cursivas son mías) en las relaciones sociales…” En la misma obra, al desenmascarar la tendencia pequeño burguesa de Proudhon, Marx pone de manifiesto al antagonismo como motor del progreso: “Sin antagonismo no hay progreso. Es la ley que la civilización ha seguido hasta nuestros días. Hasta el presente, las fuerzas productivas se han desarrollado gracias a este régimen de antagonismo de clases…”.
Siguiendo el análisis crítico que Da Jandra hace de la obra de Marx en su metodología, se comprende que ya desde la Crítica de la filosofía del Estado, pasando por La Ideología alemana, La miseria de la filosofía, hasta El Capital, está presente la necesidad de superar mediante una revolución la conflictividad interclasista. Pero es en la admirable carta a Weydemeyer del 5 de marzo de 1852, donde Marx aclara definitivamente su aportación metodológica: “No es a mí a quien corresponde el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna, como tampoco la lucha que libran entre sí en esa sociedad. Historiadores burgueses habían expuesto mucho antes que yo la evolución histórica de esa lucha de clases, y economistas burgueses habían descrito su anatomía económica. Lo que yo he aportado de nuevo es: 1), demostrar que la existencia de las clases no está vinculada más que a fases históricas determinadas del desarrollo de la producción; 2), que la lucha de clases lleva necesariamente a la dictadura del proletariado; 3), que esa misma dictadura no representa más que una transición hacia la abolición de todas las clases y una sociedad sin clases”.
Y ahora, hechas ya las aclaraciones pertinentes, yo le pregunto a Nush y compañía: ¿Qué es la dictadura del proletariado, como toda dictadura, sino la negación de los derechos personales e intransferibles del individuo? Toda dictadura, como toda tiranía, es violenta. Pero por si aún existiera alguna duda al respecto, ¿qué han sido todas las dictaduras del proletariado que han existido históricamente, desde la soviética y la china hasta la cubana y venezolana, sino modelos de tiranía, intolerancia y enajenación masiva?
Por otro lado, hablar de revolución pacífica es un sinsentido, pues si un cambio es pacífico ya no es revolucionario, y si es revolucionario no es pacífico. El ejemplo de Gandhi es muy significativo al respecto, al día siguiente de su muerte la India y el Pakistán se enfrentaron en una lucha odiosa que dejó más de un millón de muertos.
En fin, querido Daniel, en el video sobre Marx que hizo Da Jandra
tan solo se trata de unas reflexiones sencillas para que las nuevas generaciones sepan dónde nos encontramos, y hacia dónde debemos dirigirnos en la evolución social, ya que de ninguna manera podemos negar la urgencia de los cambios sociales que hoy más que nunca se necesitan. A pesar de las discrepancias, Marx es el autor que Leonardo más admira. Y todo esto se hubiera podido evitar a través de un diálogo propositivo. Pero doy por hecho que tu desprecio e ignorancia de la obra de Leonardo es indisociable de una tipología generacional que le da la espalda a la autocrítica y busca treparse a cualquier argumento con el fin de lograr notoriedad.