Una estudiante de secundaria de trece años de edad presentó los Diarios (Avispero y Punto, 2015) de Leonardo da Jandra, en el Centro Fotográfico Álvarez Bravo. Son tres libros artesanales contenidos en una bella caja, y en ellos se encuentran los pensamientos, las reflexiones y las vivencias del filósofo y escritor, desde el año de 1999 al 2012. Son libros que no se venden en las librerías, y para acceder a ellos hay que entrar a internet y pedirlos. En ellos se narran las vicisitudes de sus últimos años de vivencia en el trópico huatulqueño (en la playa Cacaluta), su expulsión por oponerse a la privatización del Parque Nacional Huatulco, que él y su compañera fundaron, sus primeros años en la ciudad de Oaxaca y en las montañas de Etla, donde ahora radica.
Esta alumna de la Secundaria Técnica 64 de la ciudad de Oaxaca ha asistido por casi dos años al taller de los sábados que Da Jandra imparte de manera gratuita. Ha encontrado en los libros una ventana al conocimiento y su vida ha cambiado radicalmente a partir de la lectura y la redacción crítica que se le ha inculcado en el taller. Su nombre es Jimena Velasco Madrid y cursa el segundo año de secundaria. En las Jornadas Vasconcelianas que se llevan a cabo desde hace más de tres años, se ha llevado a alumnos destacados como ella a leer sus escritos y hablarles a los chicos de su edad de la importancia de acercarse a los libros, de expresar oral y por escrito sus puntos de vista, sus ideas y sentimientos, pues es la falta de comunicación, aunada a una pérdida de valores, la que nos está llevando a estos callejones sin salida en los que estamos inmersos actualmente, en donde nadie escucha a nadie y todos quieren imponer su criterio. Transcribo aquí lo que escribió para la presentación:
“Leonardo da Jandra me enseñó que tengo que aprender a ser una cazadora, que debo estar atenta a todo lo que me rodea, como el viento o la tierra, que tengo que identificar cada huella de cualquier animal, ya sea la de un tigre o la de un ciervo, que debo observar cada sombra o espectáculo que pase enfrente de mis ojos, a guiarme por mi instinto, que, sencillamente, debo sobrevivir a esta zoo-ciudad siendo el cazador o la liebre.
En los Diarios de Da Jandra vemos cómo toma tan extraña y filosóficamente su vida en Cacaluta, junto a Agar, mientras cuenta cada cosa que pasaba en su vida cotidiana, en las que encontraba algo interesante y las detallaba de tal modo que hacía notar cuántos detalles había detrás de cada problema, noticia o reunión que sucedía. Vemos cómo transforma un problema normal en toda una aventura, por ejemplo: cuando narra una anécdota sobre una plaga de hormigas a las que tuvo que seguir para encontrar el nido, que era asombroso como reaccionaban las hormigas, su capacidad para detectar cualquier problema anormal a su rutina nocturna, como un crujido o la luz de su lámpara; me pareció increíble la capacidad de detallar ese problema muy normal en nuestros casos, claro sin contar que vivía en Cacaluta. Vemos cómo critica cada problema, como la guerra comunista-capitalista o cuando tuvo problemas defendiendo el Parque Nacional Huatulco. Estos Diarios son una verdadera obra que escondía Leonardo da Jandra para devolverle la realidad a aquellos fantasiosos que sencillamente se recargan en el destino soñando con ser grandes; como aquellas personas que escriben soñando con la fama.
Los invito a entrar en una utopía con Leonardo da Jandra, a aprender de un cazador que ha vivido toda esa aventura que leerán y que tranquilamente ha implantado en tres libros. Si algún día alguien convierte su proyecto utópico en algo sólido es porque habrá aprendido que de alguna forma en toda realidad siempre hay un poco de fantasía y viceversa”.