Es desoladora la situación que atraviesa el sistema de salud en México. Al estudiar medicina, todos aceptamos de una forma u otra lo que implica esta carrera, como son las guardias de más de treinta horas durante el internado y la residencia médica –con escasos fines de semana y días festivos libres–, que en múltiples ocasiones es sin descanso alguno o en condiciones que para muchos podrían ser inaceptables: vivir en la inseguridad en el servicio social, lidiar con la falta de recursos para brindar atención de calidad a los pacientes, batallar en el medio hospitalario para que la burocracia no triunfe sobrepasando la salud de los pacientes, alejarse de la vida familiar, incluso sacrificar la propia salud al no dormir ni comer bien durante diez o quince años, es lo que te puede llevar terminar una carrera de medicina.
Sin embargo, lo anterior se ha permitido desde hace varios años y se ha integrado como parte de la formación médica, es por algo que obligatoriamente tienes que pasar y no puedes opinar al respecto, porque todos lo han vivido sin quejarse, y por ende tú también lo tienes que cumplir. Cada vez que veo a mis compañeros rendidos por el cansancio, o que no pueden asistir a un suceso que para ellos es significativo porque tienen guardia y es inadmisible faltar a menos que sea un hecho que te incapacite y que ellos lo consideren así, a veces me pregunto si es aceptación, resignación o realmente amor a la medicina, porque el desgaste que implican esas horas de trabajo no son reconocidas socialmente ni económicamente.
En los últimos días por fin se unieron voces para recordar las circunstancias en las que se encuentran laborando los médicos, especialmente los médicos pasantes del servicio social, debido a la ausencia de recursos asignados para estos; por ello la Asamblea Mexicana de Médicos Pasantes en Servicio Social convocó a paro de labores indefinido, para exigir respeto al trabajo que se lleva a cabo en los centros de salud de las comunidades, es decir, que se garanticen los derechos laborales, como centros de salud en condiciones aptas, recursos para atender a los pacientes –abastecimiento de medicamentos principalmente– y, sobre todo, la seguridad para poder ejercer con prestaciones de ley, horarios laborales humanos y otorgar calidad de vida al pasante a través de una retribución económica –beca–.
Es desconcertante que la actual administración esté buscando el progreso del país reduciendo el presupuesto para el sector salud de su población, cuando ésta es el pilar para que no exista el caos en una sociedad y pueda avanzar en los demás ámbitos.
Es cierto que la medicina ha perdido su prestigio en comparación de otros tiempos. Tantos años han pasado y los escritos del padre de la medicina continúan vigentes; para Hipócrates la medicina era un arte a la vez que una ciencia, por ello escribió: “La medicina es la más noble de todas las artes, pero, debido a la ignorancia de quienes la practican, va muy a la zaga de las demás”. No obstante, la población debe saber que el atraso en la medicina no sólo es debido al personal médico, sino que también existen factores externos que repercuten de forma importante; actualmente tanto la disminución del presupuesto como la fuga del monto asignado a los recursos humanos y materiales está teniendo un alto impacto en la caída del sistema de salud mexicano.
Hace falta personal en todos los hospitales, los pocos médicos internos de pregrado, residentes médicos, adscritos, enfermeras y todo aquel afín al área de la salud hace hasta lo imposible por sostener lo que hace años se derrumbó; atendiendo pacientes sin tener los insumos suficientes: camas, material de curación, estudios de laboratorio e imagen necesarios para el diagnóstico, medicamentos, entre otros.
Por último, tomar en cuenta que de acuerdo con los indicadores en Salud 2017 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE),“México tiene 2.4 médicos por cada mil habitantes, en relación con 3.4 en promedio en la OCDE, y cuenta con menos de un tercio del número de enfermeros/as y camas de hospital por cada mil habitantes, es decir, por cada dos mil habitantes en el país, existen tres doctores y sólo una asistente por médico, cuando, de acuerdo con recomendaciones de la OMS, debemos tener entre dos y tres médicos por cada mil habitantes y tres enfermeras o enfermeros por doctor. En promedio, hay una cama de hospital para cada mil mexicanos”.